Y allá que se fueron las glorias a ver como le metían tres chicharros a nuestro huesca. En fin, al llegar, aparcamos nuestra furgoneta clase B en el garaje de la familia del kiwi y luego fuimos a dar buena cuenta de las viandas de estas provincias vascongadas. Mientras tanto, la gente solo quería hacerse fotos con nuestra kiwi-gloria perfectamente uniformada, que no paró de ser reconocida ya que hizo la mili en aquellas tierras (Y eso que ya no llevaba la red mimética)
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3 comentarios:
Poli eres un cabronazo.
Menuda topera gasta el Kiwi, no?
Hayyyy... aún me acuerdo de él!!
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